Hola, espero que disfruten de este diario de viaje
que queremos compartir con ustedes.
El viernes 31 salimos desde la Gran Terminal de
Albrook, en la ciudad de Panamá, rumbo a Almirante, provincia de Bocas del
Toro, para cruzar la frontera hacia Costa Rica para poder renovar nuestras
visas, de acuerdo con lo que estipula la ley para hacer los trámites de
residencia.
8 de la noche sale el micro, y de inmediato nos
dimos cuenta de que algo le pasaba. En menos de una hora paró en el
estacionamiento del Westland Mall, a unos 15 Kilómetros . Por
suerte no demoró demasiado el micro nuevo y nos terminó favoreciendo, era más
moderno que el anterior.
Llegamos la frontera Guabito. Habíamos hecho
averiguaciones e inclusive visto fotos de cómo era el cruce. Tal cual. Un viejo
puente de madera que hay que cruzar caminando, tablones flojos, separados…
horrible. A mitad de camino sobre nuestras cabezas pequeñas banderitas de Costa
Rica, lo que significaba que estábamos en tierra Tica.
Trámites migratorios en Sixaola (Rodo dice
“Sinaloa”, como el cartel!!) y bus a Puerto Viejo de Talamanca. Es un pueblito
muy pequeño, con un marcado acento jamaiquino, ya que desde allí emigraron
muchas familias hace años y quedó una dialecto mezcla de inglés, español,
italiano (muuuuchos tanos) y francés. Mucha rasta, reggae, faso, paz y amor. Muchos Spa, centros de
Yoga, meditación y otras yerbas (literalmente hablando).
PD: estas fotos fueron tomadas desde esta Casa del árbol que tenía el hotel. 18 metros de altura, todo una aventura . Si miran bien en la primera foto donde se ven los escalones, allá abajo se ve una remera azul y una cara morocha: es Rodo!!
Al llegar al hotel, nos dijeron que el check in era
a las 2. Aprovechamos a sacar fotos, nos tocaba una habitación con hamaca
paraguaya (bah, costarricense!) en una especie de porch con mesita y
mecedora. Nada del otro mundo, bastante
sencilla. En todo Puerto Viejo el mosaiquismo parece ser la expresión artística
por excelencia. Además, por todos lados había Geckos, una especie de iguanas que son símbolo en Costa Rica.
Nos cambiamos y fuimos directamente a la playa, a
dos cuadras. El mar, transparente, caliente, hermoso. Como a 400 metros estaba Playa
Negra, una Descansamos bastante a la tarde y por la noche salimos. La primera
parada fue el bar de onda, “The Lazy Mon” (el tipo perezoso) mesas de pool,
metegol, bastante gente joven, reggae, pantalla gigante. Nos acercamos a la
barra y la cerveza costaba $ 7.00!!!! 3500 colones!!!! Un robo, acá en
cualquier bar tomás cerveza nacional por $ 2 e importada por $3.
Pensando que “la noche estaba en pañales”, a las
10:30 la mayoría de los restaurantes estaban cerrando. Caímos en una pizzería
de un tano que se jactaba de tener la mejor pizza del lugar. El tamaño estaba
entre grande y pizzeta, sólo mozzarella, 3500 colones!!!!!!!! No nos quedaba
demasiada opción, todo estaba apagándose así que nos llevamos la pizza, comimos
en el porch y planificamos al día siguiente ir a las playas más alejadas.
A la mañana después del desayuno, alquilamos
dos bicicletas e hicimos los 8 kilómetros hasta Playa Uva. Si bien el día
estaba nublado tomamos coraje y pedaleamos hasta allá.
En el camino nos encontramos no con uno SINO CON
DOS restaurantes argentinos!!!! Este, un capo al elegirle el nombre: qué
quilombo!!! Una casa rodeada de parque, mucha selva y tranquilidad. Más
adelante, Malbec. Ambos sólo trabajaban después de las 5:30 hasta las 10:30 de
la noche.
Al llegar había bastante oleaje pero no dejaba de
ser tibia y transparente. El bicicletero, un panameño ya totalmente afincado en
Puerto Viejo, nos recomendó ir un poquito más allá hasta Playa Uvita. Desde
lejos pudimos ver a una pareja haciendo snorkeling como a 400 metros , donde debía
ser Playa Uvita, así que fui hasta allá y verifiqué que, efectivamente, había
un arrecife con bastantes peces. Llevamos las bicis y nos quedamos allí el
resto del día.
Hicimos snorkeling, pudimos nadar, pasarla bien, a
pesar de que en un momento lloviznó apenas. Las horas no pasaban, era tanto el
relax que las horas no pasaban! Cuando el clima parecía desmejorar por
completo, decidimos emprender la vuelta, al fin y al cabo teníamos que pedalear
casi 9 kilómetros !!!
Los hicimos más lentamente, pasamos por este hermoso negocio de artesanías en
papel, muy zen, por varios centros de meditación, otros de yoga, hoteles frente
al mar y restaurantes.
Continuará con el regreso y un día espectacular en
Bocas del Toro, Panamá.
Para muestra, basta una estrella…
Hasta la próxima.
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