sábado, 8 de septiembre de 2012

Un obligado placer


Hola, espero que disfruten de este diario de viaje que queremos compartir con ustedes.
El viernes 31 salimos desde la Gran Terminal de Albrook, en la ciudad de Panamá, rumbo a Almirante, provincia de Bocas del Toro, para cruzar la frontera hacia Costa Rica para poder renovar nuestras visas, de acuerdo con lo que estipula la ley para hacer los trámites de residencia.
8 de la noche sale el micro, y de inmediato nos dimos cuenta de que algo le pasaba. En menos de una hora paró en el estacionamiento del Westland Mall, a unos 15 Kilómetros. Por suerte no demoró demasiado el micro nuevo y nos terminó favoreciendo, era más moderno que el anterior.

Llegamos la frontera Guabito. Habíamos hecho averiguaciones e inclusive visto fotos de cómo era el cruce. Tal cual. Un viejo puente de madera que hay que cruzar caminando, tablones flojos, separados… horrible. A mitad de camino sobre nuestras cabezas pequeñas banderitas de Costa Rica, lo que significaba que estábamos en tierra Tica.


Trámites migratorios en Sixaola (Rodo dice “Sinaloa”, como el cartel!!) y bus a Puerto Viejo de Talamanca. Es un pueblito muy pequeño, con un marcado acento jamaiquino, ya que desde allí emigraron muchas familias hace años y quedó una dialecto mezcla de inglés, español, italiano (muuuuchos tanos) y francés. Mucha rasta, reggae,  faso, paz y amor. Muchos Spa, centros de Yoga, meditación y otras yerbas (literalmente hablando).
 

PD: estas fotos fueron tomadas desde esta Casa del árbol que tenía el hotel. 18 metros de altura, todo una aventura . Si miran bien en la primera foto donde se ven los escalones, allá abajo se ve una remera azul y una cara morocha: es Rodo!!



Al llegar al hotel, nos dijeron que el check in era a las 2. Aprovechamos a sacar fotos, nos tocaba una habitación con hamaca paraguaya (bah, costarricense!) en una especie de porch con mesita y mecedora.  Nada del otro mundo, bastante sencilla. En todo Puerto Viejo el mosaiquismo parece ser la expresión artística por excelencia. Además, por todos lados había Geckos, una especie de iguanas que son símbolo en Costa Rica.





Nos cambiamos y fuimos directamente a la playa, a dos cuadras. El mar, transparente, caliente, hermoso. Como a 400 metros estaba Playa Negra, una Descansamos bastante a la tarde y por la noche salimos. La primera parada fue el bar de onda, “The Lazy Mon” (el tipo perezoso) mesas de pool, metegol, bastante gente joven, reggae, pantalla gigante. Nos acercamos a la barra y la cerveza costaba $ 7.00!!!! 3500 colones!!!! Un robo, acá en cualquier bar tomás cerveza nacional por $ 2 e importada por $3.


Pensando que “la noche estaba en pañales”, a las 10:30 la mayoría de los restaurantes estaban cerrando. Caímos en una pizzería de un tano que se jactaba de tener la mejor pizza del lugar. El tamaño estaba entre grande y pizzeta, sólo mozzarella, 3500 colones!!!!!!!! No nos quedaba demasiada opción, todo estaba apagándose así que nos llevamos la pizza, comimos en el porch y planificamos al día siguiente ir a las playas más alejadas.

A la mañana después del desayuno, alquilamos dos bicicletas e hicimos los 8 kilómetros hasta Playa Uva. Si bien el día estaba nublado tomamos coraje y pedaleamos hasta allá.

En el camino nos encontramos no con uno SINO CON DOS restaurantes argentinos!!!! Este, un capo al elegirle el nombre: qué quilombo!!! Una casa rodeada de parque, mucha selva y tranquilidad. Más adelante, Malbec. Ambos sólo trabajaban después de las 5:30 hasta las 10:30 de la noche.

Al llegar había bastante oleaje pero no dejaba de ser tibia y transparente. El bicicletero, un panameño ya totalmente afincado en Puerto Viejo, nos recomendó ir un poquito más allá hasta Playa Uvita. Desde lejos pudimos ver a una pareja haciendo snorkeling como a 400 metros, donde debía ser Playa Uvita, así que fui hasta allá y verifiqué que, efectivamente, había un arrecife con bastantes peces. Llevamos las bicis y nos quedamos allí el resto del día.




Hicimos snorkeling, pudimos nadar, pasarla bien, a pesar de que en un momento lloviznó apenas. Las horas no pasaban, era tanto el relax que las horas no pasaban! Cuando el clima parecía desmejorar por completo, decidimos emprender la vuelta, al fin y al cabo teníamos que pedalear casi 9 kilómetros!!! Los hicimos más lentamente, pasamos por este hermoso negocio de artesanías en papel, muy zen, por varios centros de meditación, otros de yoga, hoteles frente al mar y restaurantes.

Continuará con el regreso y un día espectacular en Bocas del Toro, Panamá.

Para muestra, basta una estrella…
Hasta la próxima.

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