martes, 28 de febrero de 2012

Yo no creo, pero que las hay, parece que las hay!!!!

Hola a todos, les escribe Lala para contarles algo inaudito que me pasó hoy en el Metro de Caracas.
Como todos los días, 6:25 a.m. estaba esperando que llegara el subte que me lleva a la estación El Silencio para combinar la ruta Capitolio/Chacaíto.
Llegó rápidamente y subí.
Las mujeres venezolanas tiene la particularidad de hablar bastante a los gritos. Y por lo general si van varias juntas, hablan todas a la vez. 
Pero estos gritos eran de una sola mujer, al otro lado de vagón. 
"Que me has empujado, me has golpeado en la cabeza, que no tienes educación, mana, que yo sí la tengo, soy universitaria, soy enfermera, estudié medicina, tú qué has hecho en tu vida? Me has golpeado". Y una perorata interminable. La gente al principio se reía y yo no pude más y le grité "callate que son las seis y media de la mañana"!!! Claro que ni me escuchó, siguió con lo suyo.
Por lo que pude entender, cuando subió otra señora la empujó o la golpeó en la cabeza... Metro de Caracas, 6:30am es lo mismo que el viaje de 100 vacas Hereford en un Fiat 600!!!!




La tipa seguía con la suya hasta que en un momento dijo:
EN EL NOMBRE DE DIOS QUE TE DUELA LA CABEZA TODO EL DÍA Y NO TE PUEDAS CURAR EL DOLOR CON NADA, AMEN, y dijo algo de Obatalá, Obalá, o no sé qué.
Se hizo como un silencio tenso, algunos -les juro- se persignaron.
"Le echó una maldición! Le echó una maldición"!!! decían los que se persignaban.
Y los pasajeros... HICIERON SONAR A ALARMA DE EMERGENCIA!!!!!! El subte estaba detenido en la estación Capuchinos (no por el café sino por una iglesia capuchina que hay en la zona) y no arrancaba. La hicieron sonar sin parar, hasta que aparecieron los oficiales del Metro y la gente gritaba: "llévensela, llévensela, le echó una maldición, está loca"!
Y se la llevaron!!!!!!!!!!!! 
La gente se persignó, el Metro arrancó y llegamos a la estación El Silencio. 
Aparentemente, la gente cree mucho en echar maldiciones porque les aseguro que la reacción cuando escucharon la frase fue casi un silencio de miedo, y después muchos se persignaban una y otra vez.
Yo no creo ni en las brujas, ni en la maldiciones, pero sin dudas, en Caracas, las hay!!
Que tengan un buen martes!!

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