Érase una vez en la provincia de Buenos Aires, la cocinera del Gral. Juan Manuel de Rosas puso una lata igualita a esta dentro de una cacerola al fuego. Llegaron visitas y la mujer olvidó lo que estaba cocinando.
Dos horas después, abrió la lata y sin quererlo inventó nuestro mayor manjar: el dulce de leche. No será Chimbote, pero algo es algo.
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